Hola chicos y chicas:
Os propongo un plan, necesito un dibujo sobre mí: el gran Chef Karamelo Von Appetit.
Con la primera historia que os he contado ya os podéis ir haciendo una idea de cómo soy, aunque me seguiréis conociendo en próximos cuentos.
Seguro que os queda genial, estoy deseando ver cómo me imagináis.
Con vuestros dibujos haremos un concurso.
¡Ánimo, las vitaminas mágicas de mis cuentos os inspirarán!
Un abrazo,
El chef Karamelo
¡Qué pasada! Me han llegado estos fantásticos dibujos sobre mi.
Este es de CAROLINA. Enhorabuena por tu atención y capacidad para dibujar todo lo que el cuento te ha sugerido. Las chuches que preparaba con mi papá. EL gorro de cocinero. ¡Qué guapo me ves! Me encanta.
Gracias por participar.
Este dibujo es de IRENE. Me alegra ver que os resulto simpático, con libro de cocina incluido. Colores preciosos y me dibujas en acción, cocinando con vitaminas y un puchero, así es.Te felicito. Muchas gracias.
Este dibujo es de MARÍA. Ha sabido ilustrar el momento de mi sueño. Es precioso soñar lo que quieres ser de mayor y llegar a conseguirlo. Así estaba, rodeado de los caramelos que preparaba con papá y que tú pones sobre la colcha de mi cama. Y en la mesilla , no faltan las vitaminas. Genial. Muchas gracias.
Ahora os animo a que contéis cómo lo habéis hecho, si estaba mamá o papá con vosotras, si leísteis el cuento con alguien más...me interesa mucho cómo lo habéis trabajado porque está muy bien.
Por cierto me encanta el "bigotillo"
¡Animaros todos a participar!
lunes, 6 de febrero de 2012
CUENTO PRESENTACIÓN DEL CHEF
No podía comer, no me entraba nada, pero, nada de nada, ni siquiera un caramelo, que para mí era el invento más increíble de la humanidad. Me gustaban tanto que mi madre solía decirme que para mí, Karamelo se escribía con K, porque era capaz de comerme un kilo de una sentada.
Llevaba en la cama varios días, las piernas no me sujetaban, y el simple gesto de levantar la sábana me hacía sentir débil. Recuerdo ver mi cara en el espejo como la pasta de dientes superblanqueadora. Papá me traía comidas deliciosas que tantas veces había preparado con él cuando aún estaba bueno. Por eso en casa no me llamaban Alonso, para mi familia, yo, era el Chef. Una cucharada, dos cucharadas y mi estómago cerraba su puerta como una caja fuerte. Además, mis manos pesaban y era como si miles de hormigas recorrieran mis pies.
La doctora me ponía unas inyecciones de vitamina B 12 para curarme. Y entonces, ¿por qué no se me iban las ganas de llorar? ¿Por qué? Así que le pedí a mamá que me contará cosas de las vitaminas. Quería saber lo que hacían, y por qué eran tan necesarias. Mi madre me propuso un trato: antes de irme a la cama, me tomaría un caramelo, un caramelo especial, sería el caramelo que el Chef, o sea yo, hubiera preparado con papá durante el día, un caramelo a mi gusto, cada día uno. Antes de dormirme lo podría tomar mientras mamá me contara cosas sobre las vitaminas.
Al día siguiente preparé con mamá un caramelo de plátano, almendras, sirope de fresa y zumo de naranja, después dejamos que se endureciera. Por la noche me dijeron:
-Chef, tu caramelo. ¡Bone appetite!
-Bone appetite, Von -así llamábamos en casa a papá porque tenía pinta de varón alemán.
Y mi madre me contó una historia sobre las vitaminas.
Aquella noche soñé que era ya mayor y me sentía requetebién, pero lo mejor es que cocinaba vitaminas en forma de cuento con un gran sombrero de cocinero en el que se leía: El Chef Karamelo Von Appetit .
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