sábado, 26 de octubre de 2013

¿POR QUÉ, VICTORIA?



Estoy triste. Mucho.
Mi tía preferida partió lejos, muy lejos.
Todos lloran. Y yo más.
Soy un Chef que hace cuentos con vitaminas, y ella era una de esas vitaminas que no faltan en una suculenta historia que contar a un niño. 
Para mi tía Victoria, los niños, son lo más importante, de verdad, por eso yo también los quiero tanto y por eso, escribo. Porque a los más pequeños hay que alimentarlos con ternura, y de eso mi tía, sabía un montón.
Y entre lágrima y lágrima, sale a gruñido porque, hago preguntas que nadie logra responder bien- Y es que, me quedo como estaba, qué digo, peor.

¿Por qué se tuvo que marchar? ¿Quién vivirá en su casa ahora? ¿Seguirán allí tantas cajas de galletas vacías dispuestas como una casita, la casita de los primos? ¿Por qué no me dijo que iba a irse tan lejos? ¿Por qué no escucho su maullar de gatita contenta? ¿Por qué ya no me va a enseñar?

Me gusta que me cuenten la cantidad de cosas que hizo: ser la mejora maestra, ayudar a cientos de familias y niños a ser felices, alentar, dar ideas... Así fue cómo comencé a estudiar música.

Pero, no. No es suficiente. ¿Nadie me responde? ¿Por qué guardaba botes, cacharros, cuerdas, revistas, tapas, lazos… para que pudiéramos construir las edificaciones más alucinantes? ¿Por qué ya no podré contarle mis cosas?¿Por qué sabía lo que me pasaba con solo verme? ¿Era adivina? ¿Por qué llegará el día de su cumple y no le podré dar mi regalo? ¿Por qué siento un agujero grande en el pecho que pesa demasiado? 
Basta. No sirve de nada preguntar. De nada. Pruebo a tocar la campana de San Miguel, esa que le trajeron estos días que ha estado malita para llamar al Santo. He hecho que sonara fuerte, muy fuerte.
Un niño, que también la quiere, se ha acercado y me ha bombardeado con preguntas similares a las mías. Y entonces, me ha salido. 
—Mi tía está en el Cielo.
—¡Uy! —dice muy sorprendido— ¡Qué morro!
Reconozco que me he animado al escucharle.
—Es verdad, tiene mucha suerte.
—Mogollón, porque si está en el Cielo… entonces, ¿es un ángel?
—Claro.
—¡Vaya suerte que tenemos nosotros! Los ángeles nos protegen, son super héroes, pero de verdad.

Se me terminaron las preguntas.
¡Menuda aventura! Descubrir a mi tía volando mientras sigue haciendo lo de siempre, querernos, pero aún mejor. Porque ahora sí, sé que está en el Cielo.