lunes, 12 de junio de 2017

HIBERNACIÓN ESTIVAL





HIBERNACIÓN ESTIVAL

Los pájaros se presentan con sus mejores honores, vestidos de prolongadas horas de luz y temperaturas ideales para que las gotas de agua salten felices de ser refresco vital.
Es tiempo sin tiempo, de ritmos pausados que conocen el valor de las sombras que genera la incandescente esfera en su ahora prolongado viaje desde el este hasta el oeste.
No, no me equivoqué con el título, prometo desvelar el contraste térmico e íntimo al que os invito.
El verano es época de lograr el estado de mayor equilibrio de increíbles logros, con los mínimos gastos energéticos. Es tiempo de lecturas iluminadas e iluminadoras con los tesoros descubiertos en el último viaje por El Retiro de los libros.
Es tiempo de permitir que Vivaldi y  Verdi tomen el gobierno de mis humores sanguíneos a ritmo de bellas pasiones en mi propia clave.
Es tiempo de que el pulso sea inmune a las aceleraciones de la gélida decepción que se empeña en imponer su ley fuera de los márgenes tolerados.
Es tiempo de fabricar tinta de fortalezas feroces gestadas en este estado de quietud inalterable.
Es tiempo de impedir el paso a los forajidos del amor que aniquilan con sus desatinadas heladas el flujo del Universo.
Es tiempo de escuchar el mar que acude para acariciar mi cuerpo yacente mientras evita que me alcancen los contaminantes disfrazados con sus mejores galas.
Es tiempo de reducir las inhalaciones oxigenantes para apreciar el incalculable valor familiar de quien nos regala nuestra dosis específica de risas chispeantes en el único proceso que nos mantiene.
Es tiempo de que el corazón sobreviva a la glacial asepsia sentimental, generando paredes sólidas que no se derritan con los vapores sulfúricos de los que gustan de tropezarse siempre con la misma piedra.
Es tiempo de recargarse sin cargarse, tiempo de evolución interior, de permitir que penetre el O2 preparado en exclusiva para mi uso y disfrute. 
Es tiempo de un hasta luego, de colgar el cartel de hibernación vital del alma. 
Porque hibernar en dejarse hacer por nuestra propia Naturaleza que puede transitar el camino de la sabiduría si entiende las inclemencias meteorológicas y confía en la homeostasis del ser humano.
Hibernar es aprender a no ser un ente contaminante para la Tierra que habito y con quien floreceré oxigenante la próxima primavera. 
Hibernar es latir a golpe de renovación sostenible que me procura la infraestructura coyuntural de mi metamorfosis oculta.
Hibernar es permitir que mis células logren los máximos con los mínimos, sin edulcorantes del ego que desencadenen una diabetes existencial.
Hibernar es crecer por dentro con lo similar para relucir de gusto por saberte en tu propia compañía.
Hibernar es ser autodidacta, autónomo, autor de ti mismo.
Hibernar es hacerte un ser inquebrantable y fortalecido en los brazos de la Sabiduría del oso que llevas dentro.
Hibernar es permitir que por las conexiones neuronales transiten nuestros sueños.
Hibernar es ser luna de cráteres de conocimiento, luna blanca y llena, que fulgura en mis noches estivales.