lunes, 28 de marzo de 2016

CRÈME DE LA CRÈME


El Chef Karamelo Von Appetit (no, no es Bon Appetit, este chef tiene familia alemana), os ofrece los secretos para conseguir la Crème de la Crème, vitaminas S, L y B.

Buena educación es lo mínimo que se pide para tener un comportamiento socialmente atractivo y si muestras un curriculum de actos que den por hecho que eres de fiar para que, pase lo que pase, provoquen olas de “no me lo puedo creer, es imposible, si es una bellísima persona…”, mejor que mejor. Muchos han sido adiestrados (que no educados) en el saber estar, dar las “gracias”, “por favor”, un “lo siento” a tiempo, una llamada para interesarte por el estado de la persona a la que quieres demostrar cuánto te importa. 
Los actos que el ser humano logra comenzar y por supuesto, terminar, retratan a sus hacedores, ante todo verbos y en grandes cantidades.
Hay innumerables estereotipos que nos brindan seguridad cuando nos relacionamos, si aprobamos esas cuerdas en las que se manejan haremos un suculento hueco en nuestras vidas. Parece tan sencillo, para algunos es como coleccionar cromos, se ven pasar las fichajes mientras se declara “Sile, nole, sile, nole” y como se han escuchado tantas historias absurdas e increíbles sobre otros que se han visto de pronto inmersos en situaciones detestables e inverosímiles, batallas que obligan al mundo a pensar eso de “algo habrás hecho porque a mí esas cosas no me pasan”, para que con este visto bueno, de “sile”, aunque en realidad no le tienes, pero como no le quieres, le desechas al País de Nunca Jamás donde van los perdidos que no supieron hacer como se debe su selección de cartas.
Y si todos somos tan listos y tenemos tanta claridad de miras y de intelecto emocional no me explico que haya tanto sufrimiento manifiesto, esas tonterías que no los son tanto si han logrado ahuyentar nuestro plácido sueño. A ver si nos faltan tablas, a ver si aparte de prejuzgar con reglas más que cuestionables, nuestros pilares que nos elevaron a sentirnos “la crème de la crème” de nuestro mundillo amenazan con derrumbes.
Cae la primera piedra, y te aferras a tu imponente muro de normas sociales, te niegas a atajar las grietas y pasa lo que pasa. Pero incluso entonces, no falta quienes prefieren muros de paja o palos, con tal de no saber qué nos arrasa. 
Una buena crema requiere los mejores ingredientes y esos no se cuecen con reglas ni leyes. Son ingredientes de intuiciones vivas aun pisando los diccionarios de la tradición, no puede faltar la sal para que la crema dure y de paso cauterice evitando amenazas que destrocen tu sabor; tampoco puede faltar la luz que solo el auténtico protagonista de su vida puede dar a su pócima, esa luz que solo brilla si la dejan ser libre y expresarse conforme a la esencia que está llamada a ser y eso no siempre implica montañas de actos en números (y no precisamente rojos). 
Ponle lo que quieras, pero que sea muy tuyo, intenta no adulterarla porque entonces la crème se corta o sabe rancia, pero si es lo que querías, adelante, incluso puede que logres magníficas imitaciones a la sombra de Un Magnate, aunque a mí no me gustaría perderme el inconfundible placer de conseguir tu auténtica crème.
Y llegados a este punto me veo en franca desventaja porque me ha costado mucho descubrir, que las  “Crèmes” que llenan mis paladares artísticos de destellos de vidrieras, no abundan y solo estoy seguro de su deliciosa autenticidad si las pruebo en esas cantidades pequeñas que se ofrecen sin etiquetas. Mmmm ¡Tonterías?
Con tanto paladear me han entrado unas ganas locas de ser Crème de la Crème y como Chef pastelero (espero que no empalagoso), te confieso un secreto incuestionable, esta receta solo la puedes sacar adelante en ese lugar que amasa al galope.
Ahora sí, ¡Bon Appetit!

sábado, 19 de marzo de 2016

PADRE DEL ALMA


El Chef Karamelo felicita a los padres con vitamina P, es la vitamina Paternal que solo se encuentra en los que tienen alma de Padre: padre de niñ@s que no tienen por qué llevar tu sangre, padre de creaciones en las que se deja grabada la esencia, padre de proyectos, de sonrisas, de caminos que se abren, padre de soluciones justas y equilibradas, padre de músicas que logran vibrar realidades.
Es una vitamina que proporciona a cada hij@ lo que precisa para ser lo que están llamad@s a ser, pero lo más sorprendente es que no se caduca, al contrario, tiene el poder de vivir en aquell@s para los que fue creada.
Querido Papá, ya lo sabes, aquí estoy para que, acurrucada en tu mano, me sigas mostrando el camino mientras tu vitamina de amor y risas corre por mis venas.

¡Siempre!

lunes, 14 de marzo de 2016

EL ARTE DE MENTIR


            El chef Karamelo os ofrece la vitamina " ?" fundamental para cuestionar la realidad...
            
            EL ARTE DE MENTIR

Hoy es ese día en el que me gustaría dar un golpe de grado, sí, no os asustéis, soy enemiga de los golpes de estado y de todas aquellas manifestaciones que defiendan el uso de la violencia. Por eso, con este golpe con la fuerza de la palabra declaro mi peculiar batalla a la mentira.
No, no voy a ir de sincera, aunque ahora lo estoy siendo, por supuesto que he mentido, miento y lo seguiré haciendo, a saber. Mi reacción no es fruto de la más ingenua incomprensión ni de la toma de posturas extremas. ¡Qué va! Me puede mi humilde genio, que a pesar de sus imperfecciones, desea que los humanos, como elementos del universo, entren en esas órbitas de cambio climático relacional para que la especie evolucione hacia ese estado de equilibrio.
Hay tal variedad de mentiras que al tratar de enumerarlas me asusta no poder encontrar un final, será que la mentira tiene las patas muy largas.
Comencemos por las mentiras leales, aquellas que sueltas por pura fidelidad a la persona que las va escuchar, la pobre, no se merece saber que estás pasando por un mal momento.
Mentiras constructoras de autoestimas propias y ajenas, para no hundir más en la miseria a quien es conocedor de sus defectos, con un sí, pero no, acompañado de cargas gestuales que dibujan el tamaño de semejante mentira.
Las mentiras inteligentes y sobresalientes, existen por el gusto del brillo intelectual, para ser más y mejor, cueste lo que cueste y caigan quien caída.
Las mentiras dulces son perdonadas con gusto y agradecimiento, después de todo, no siempre uno es elegido para un fin delicioso.
Las mentiras preciadas habladas, dormidas, trabajadas, lo que sea, querid@ si me sigues llenando las arcas.
Mentiras trabajadas, para mutuas, seguros de coches y demás entidades potencialmente generadoras de un bien económico por daño, porque se puede trabajar o no trabajar, depende de cómo se saque más.
Las mentiras filiales, son poderosas y a más de un padre o madre, le han ahorrado un buen infarto. Tienen su razón de ser, si no lo van a entender, si vamos a tener aún más problemas, si ojos que no ven corazón que no siente. 
Las mentiras de madrastra típicas de l@s ex que no soportan ese segundo o último plano y quieren a toda costa mantenerse en la palestra. Ell@s ofrecerán esa manzana envenenada, jurándote lealtad eterna, y por los viejos tiempos la morderás y el castigo será el de ese sueño profundo que trae la fruta castradora que impide que eleves tu vuelo. “¿Dónde te crees que vas maj@, si siempre serás “mi ex”?”, te mienten descaradamente.
Las mentiras perrunas, son las que se enseñan a fuerza de adiestramiento, de hecho no se es consciente de que lo son porque no se cuestionan jamás, que si no vienen los palos y más adiestramientos. No, mejor la malo conocido que lo bueno por conocer.
Las mentiras pasadas por agua, no hay que ser muy hábil para pillarlas, porque el huevo ni está crudo ni está cocido y eso, se nota. Tratas de contentar a la pureza que simboliza la cocción más perfecta, y a la flexibilidad que da un buen huevo con su clara y yema aún sin mezclar. Son las mentiras a dos bandas, altamente peligrosas sobre todo si el que las genera, no ha elegido bien, en caso de fracaso, a quién prefería contentar. Puede ser un verdadero desastre al perder credibilidad por partida doble.
La mentiras de Pandora que es mejor no abrir porque pueden causar efectos devastadores cuando se descubren a destiempo.
Las mentiras fotogénicas precisan una foto para que el mundo se caiga rendido a la falsedad, nada como inmortalizar una “buena mentida”, si es con sonrisa o mueca, según el fin que se persiga, mejor.
Las mentiras psicóticas son las que sacan de la realidad al diseñador de tan majestuoso proyecto y a su víctima, son como una película de Almodóvar, que siempre piensas que no son reales y por eso mismo, un día descubres que la realidad siempre supera a la ficción, y que lo que comenzó no siendo cierto, es tan tangible como la nariz de Pinocho.
Las mentiras neuronales son las que amenazan con producir terribles cortocircuitos en tu cabeza, surgen para anular los efluvios del corazón, porque no pueden ser ciertos y carecen de toda lógica. Son las que construyes cuando un buen día descubres que el objeto de tu deseo ya no es el/la de siempre y crees que estas mentiras acobardarán a ese corazón desbocado.
Las mentiras sobre ruedas, van solas, por pares, por tríos, juntas, no se pueden parar, aunque tratas de ser discreto para no mentir a quien se supone le has dicho que le quieres, no está bien que sepa que tienes una relación de tantos años con el padre-madre de tus hijos. Porque si mañana o la semana que viene, ya no es tan evidente tu situación aún no mencionada, es mejor alargar el rodaje de la mentira que puede llegar a ser pasada por agua (ya comentada); Y si no, ya sabes lo que puede pasar  como tomes el camino de la verdad, ¿quién soporta la mentira madrastra? Algún mentiroso de vocación, que no faltan.
Las mentiras del ego precisan su dosis diaria para mantenerse en pie, vacío de la satisfacción de ser, nunca se sacia, porque el buen parecer nunca se alcanza.
Las mentiras que tiemblan, se quiebran fácilmente pero son poderosas como el miedo que las nutre, lo que sea, como sea, para no soportar la incertidumbre de quienes creemos grandes monstruos aunque naden en mentiras.
Las mentiras mercuriales suelen ir protegidas, amenazan con romperse y por eso, nadie quiere calentarlas no vaya a ser que exploten.
La mentiras genéticas, incuestionables, justificadas, vienen dadas y hay que ser demasiado osado para romperlas. ¿Quién es el valiente que va en contra de las leyes de la naturaleza? Si esto lo decía mi abuela, mi tía, mi madre, ¡no se hable más!
Las mentiras difuntas, esas que inventan los buitres que cada vez saben más de leyes y de trampas.
La mentiras aromáticas son deliciosas, estimulan tus sentidos y terminas por adorarlas porque son capaces de hacerte olvidar que son pura falsedad de estímulos.
Las mentiras culinarias  con amañados ingredientes o sabores, a quién le importan los medios cuando el fin es deliciosamente nutritivo, mucho cuidado con ellas porque a veces son incluso elaboradas por hechicer@s con sombrero.
Las mentiras sifilíticas son las que se contagian por el roce que no siempre hace el cariño, se ulceran, se cuelan y pueden hacerte perder la cabeza.
Las mentiras hipotecadas, sirven para pagar esa terrible letra, si hay que besar, se besa, se va, se viene, se finge, todo sea por poseer la mitad de un inmueble mientras se vive a medias.
Las mentiras religiosas son las más complicadas, algunas se convierten en mentiras neuronales e incluso sifilíticas, se trata de obrar conforme a la ley divina aunque no seas capaz de sentir nada de lo que supone que haces por lo que todos suponen que se hace. Son mentiras poderosas, porque tienen la osadía de querer pegársela al mismísimo Dios.
Y como no, las mentiras ganadoras, son las únicas que tuvieron el honor de ser creadas para construir, aquellas que cuando se desenmascaran se agradecen porque evitan dolor gratuito y si se recuerdan, es para provocar carcajadas.
Pasen y vean, funciones con interpretaciones magistrales en la vida cotidiana, qué grandes personajes andan sueltos deseando no ser descubiertos. Es maravilloso interpretar esas enormes o pequeñas mentiras sin saber que algún iluminado en el público te ha descubierto, o tal vez todos y mientras tanto, tratemos de disfrutar de este arte, porque la mentira siempre tendrá las patas muy cortas.