Hola amigos:
EL chef Karamelo Von Appetite os saluda.
Os traigo un nuevo cuento con Vitamina " C" para que entre todos podamos construir Castillos repletos de valores humanos...
CASTELLERS
Ilustrador: Hervé Alústiza
La familia Ripoll-
Bosch vivía en Vilafranca del Penedés. Se dedicaban al cultivo de la uva, una
variedad exquisita con la que se elaboraba uno de los mejores vinos de la
comarca. Desde muy pequeños ayudaban
entusiasmados en todas las tareas.
Formar parte del
cultivo de la vid en familia era un privilegio, como lo era también pertenecer
a una colla[1] de
castellers.[2]
El clan al completo pertenecía a la
Colla del Bruc de Villafranca, coincidiendo desde hacía cinco años tres
generaciones. El abuelo Bernat, su hijo Xavi y sus cuatro nietos mayores habían
sido anxanetas[3],
todos poseían agilidad y ligereza. Sólo así se logra trepar por la torre humana,
llegar hasta el último piso, levantar el brazo y bajar. Los anxanetas son como
monos de la selva que suben seguros hasta la copa, y el tronco apenas se
entera.
Los más pequeños
deseaban con todas sus fuerzas que llegara el 30 de agosto, día de la fiesta
grande. En invierno entrenaban una vez por semana y desde el comienzo de la
primavera dos veces.
Pau[4]
era el menor de cinco hermanos. Creció entre uvas de colores y torres humanas,
miraba con admiración a su familia y quería ser como ellos; pero lo que más deseaba en el mundo era ser
anxaneta. Con tan sólo seis años Pau comenzó a entrenar con otros niños
dirigidos por el antiguo cap[5]
de la colla.
-
¡Chicos, vamos a intentarlo! Pau y Joan
abajo, los otros dos arriba.
-
¡Y unas uvas de la China…!
-
¿Qué quieres, Pau? ¿Uvas de dónde?
-
Uvas de la China, ¿y qué? - dijo Pau
mientras golpeaba con fuerza su talón en el suelo y se cruzaba de brazos
enfurruñado.
-
Ahhh,
esto es que te plantas y, ¿se
puede saber por qué? Yo creía que estabas encantado de ensayar para ser miembro
de esta colla.
-
Quiero ser anxaneta y no lo conseguiré
si me quedo abajo.
-
Está
bien, Pau, ya sabes, unas veces
toca abajo y otras arriba.
-
Y una uva china apachurrada, eso me
dijiste el día antes de ayer y el que
viene antes del de antes y aquel día hace muchos, delante del de antes del de
antes… y yo mientras esperando trepar un día, aunque sólo sea uno.
-
Pau, no te enfades, a mí me gusta que
estés abajo, nunca nos caemos porque eres muy fuerte - dijo su compañero de
fatigas.
-
¡No se hable más! Pau, ahora te toca
abajo, luego si nos da tiempo, arriba.
-
Espero que te gusten las uvas chinas
apachurradas y podridas.
Pau dejó al cap imaginando
la papilla de uvas chinas apachurradas y podridas. Llegó a casa y le dijo a su
hermano Miquel que practicaran juntos.
-¿Se puede saber qué
haces en los entrenamientos? Apenas progresas...
- Pero, ¡cómo quieres
que trepe si siempre me quedo sujetando a los demás!- dijo chillando.
Cuando salió por su
boca el enfado, se quitó un gran peso de encima.
¡Uffff! Ahora se sentía
más ligero. Fue entonces cuando rompió a llorar.
Pau tenía un aspecto
robusto, sus brazos, su tronco y su cuello eran tremendamente sólidos. La
abuela Carma solía decir que Pau era físicamente opuesto a sus hermanos; su
madre le contestaba que con el tiempo se estilizaría; pero los años pasaban y
Pau cada vez era más ancho…
Miquel le miró con
ternura, en un minuto comprendió lo que pasaba. Con el aspecto de Pau, era
difícil imaginar que pudiera ser un buen anxaneta. Entonces, le dijo:
-
Si tú no te rindes, yo tampoco. Lucha
por lo que quieres, y luego acepta
relajadamente lo que venga. Pau, tú eres muy fuerte y podrías tener otras
funciones importantes en la torre.
-
Ya estamos con el sermón de siempre, ¡y
unas uvas chinas! Que yo quiero ser anxaneta.
-
Vamos a practicar y, por favor, no dejes
de ir a los ensayos.
-
¡Marchando una de uvas pasas para todos!
Pau practicó día y
noche, noche y día, con uvas de la China apachurradas y podridas que poco a
poco se convirtieron en uvas dulces caramelizadas. Tanto, tanto que, logró
mejorar su agilidad, escalando de una forma asombrosa.
La tarde previa al día
de la selección de puestos, fue el abuelo Bernat quien tomándole de la mano le
llevó a dar un paseo por su viña preferida, la más pequeña de la finca.
-
Pau, ¿sabes por qué esta viña es mi
favorita?
-
No.
-
Porque fue la primera, la que más me
costó sacar adelante. Son las mejores uvas con las que hacemos un vino gourmet
del Penedés. Cada botella de vino de esta variedad se vende con dos años de
antelación. Es un vino que sabe a esfuerzo compartido en familia. Siento lo mismo en la colla que cuando
cultivo la viña.
-
¡Requeteuvas! Por eso yo ya quiero ser
mayor, para hacer todo lo que tú haces, abuelo.
-
Yo fui anxaneta y me encantaba llegar
ligero a lo más alto de la torre. Durante todo el recorrido iba dando las
gracias a cada uno de los castellers.
Todos son necesarios y admiro mucho a los que son fuertes, gracias a ellos se
sostiene la fortaleza humana.
-
¡Uvas!... no sé cómo, porque el que se
ha quedado apachurrado he sido yo. ¿Me estás diciendo que ser pilar… me estás
diciendo que ser así como yo soy, es bueno…?
-
Pues claro.
-
¡A la rica uva! Nunca había pensado que
fuera una suerte ser así, todos los niños se pelean porque sea yo el que les
sostenga.
-
Pau, agradece desde ahora el puesto que
te corresponda mañana. Te lo aseguro, será lo mejor para ti y para la colla.
A
la mañana siguiente, Pau se levantó tranquilo, caminó junto a su padre hacia el
edificio de Castellers de Villafranca y esperó con paciencia el veredicto. Cuando
le nombraron, alabaron su fuerza y le eligieron
base de los castellers infantiles. Pau sonreía abrazado a su padre
mientras guiñaba el ojo a su abuelo. Lo que todavía no sabía Pau era que
gracias a su fuerza, con 20 años formaría parte del primer castillo de 10
pisos. Pero eso Pau, aún no lo sabía.
[1]
Colla: grupo
[2]
Castellers: persona que
forma parte de una colla de castellers para formar castells (castillos). Es el
nombre de una tradición típica de ciertas comarcas de Cataluña, consistente en
levantar torres humanas de varios pisos de altura.
[5]
Cap: capitán.
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