El Chef Karamelo os regala un cuento de Navidad con vitamina "A" (AMOR) necesaria para una adecuada visión, evitar el envejecimiento y especialmente útil en épocas de reproducción y lactancia:
Qué sorpresa que comenzara a manifestarse
por dentro precoz, al contrario de lo que suele suceder, que primero te
avasalla por fuera y en el mejor de los casos, algo resuena. Música interpretada
con alma de niño y la luna maravillosa que te transporta por cráteres
apasionados en nuestra Gran Vía madrileña, me invitaban a plegar velas y
dejarme llevar por el apacible mar Navideño.
Pero al descubrir Belén a la vista, la
conciencia de la vida cotidiana me supera. Allí está el poderoso tras las
murallas del castillo con su arma invisible, capaz de aniquilar al niño de cada
ser humano. Menos mal que cerca, el caganer, abona la tierra de auténtica
creatividad.
Cuánta oveja sin pastor, pastores que son
cabras y rebaños que no se saben conformados por seres únicos e irrepetibles. Junto a ellos el ángel anunciador que tal vez escuche mejor el conejo que las
coge al vuelo, el burro enfermo, la gallina sobre el huevo, el salmón contra corriente, el harto
carnero invadido de parásitos o el cerdo que come para que otros también lo
hagan. Pero, ¿es lo que parece o hay quien va disfrazado?
Una abuela saca agua del pozo para
dar de beber a cientos de niños, que saciados, rompen a cantar. Muy cerca la alfarera, el herrero, curtidores, panaderas de todas las
nacionalidades. Algunos tuvieron que cerrar sus casetas mientras otras parece
que se elevan como si albergaran estructuras sumergidas.
A lo lejos vienen los Reyes, y mis dudas
sobre su autenticidad como cuando era niña se disparan, con lo que adoro a esos
seres sabios que siguen la estrella y encuentran el tesoro. Menos mal que al
portal y a mi casa solo llegarán los verdaderos, me repito mientras siento sus presentes conmigo.
Observo al caminante que recorre los senderos y sobrevive gracias a los afectos que atesora calientes en su mochila, a pesar de las piedras que se le cuelan en su alpargata.
Mi barca surca los copos del Belén para
divisar el portal con José y María, sobre los que hoy llovería un aluvión de
juicios de los que se retrasmiten con éxito en un capítulo de los Simpsons. Si son los padres perfectos para
preparar el hogar del mejor alumbramiento. Ese hogar que no entiende de
artificios que distorsionen el sentido de la existencia.
La corriente me lleva al pesebre, bajo de
mi barca y le miro a los ojos, su luz empapa. El niño me abraza y en ese gesto
recibo el abrazo que regala a todos los seres de la tierra, es un abrazo del
color que cada uno precisa.
Mi barca se deja llevar por un mar chispeante
y acepto los encuentros que las olas dispongan: barcas, manuscritos, ovejas,
pastores, tinta, caminantes, gallo, liebre, grillo, pulidores, hijas, luna, pintor,
niños, cantantes, Reyes, pajes, pozo, roca, ángel, vidas… lucen ahora una
tonalidad divina que colorea mis velas plegadas.
¡Precioso viaje por ese Mar Navideño!!
ResponderEliminarGracias siempre por tus Palabras...las guardo y las coloco en el Nacimiento...Que el Niño Dios ha nacido!!.Ketty
Ketty! gracias a ti por ser chispa de ese mar de Amor.
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